¿Terapia de pareja o individual?
- franciscapenalozar
- 29 may
- 4 Min. de lectura
¿Cómo saber que necesito?

Cuando el vínculo de pareja se desgasta, la rutina pesa y lo que antes fluía comienza a trabarse, es natural que aparezca la duda: ¿esto es algo que tengo que trabajar yo o que tenemos que trabajar juntxs?
Aunque la pregunta parece práctica, es difícil dar una única respuesta -como casi todo en psicología-. Principalmente, porque somos seres sociales que estamos atravesados por nuestra historia, nuestras relaciones y nuestras experiencias con otrxs. Lo cual hace que lo individual y lo vincular estén profundamente entrelazados: lo que me pasa a mí influye en mis vínculos, y lo que sucede con los otrxs muchas veces puede resonar en ámbitos muy personales. Por eso, establecer con claridad dónde termina lo individual y empieza lo relacional resulta muy complejo
Entonces, como verán este escrito está lejos de dar una pauta a seguir, sino que busca que puedas ir construyendo la respuesta que más sentido te haga o les haga. Para poder seguir pensando qué tipo de espacio terapéutico puede ser más adecuado, te invito primero a explorar qué tipo de escucha propone cada uno, qué preguntas habilita, qué trabajo psíquico permite y desde qué lugar se sitúa frente al malestar.
Cuando el conflicto habla más de mi
Muchas veces lo que nos molesta del otrx toca puntos sensibles de nuestra propia historia. No siempre el malestar en la pareja tiene que ver con el vínculo en sí. Puede tratarse de heridas anteriores que se reactivan, de temores que arrastramos, de formas de amar que aprendimos y hoy no nos sirven, etc. En esos casos, lo que el vínculo hace es funcionar como escenario donde se despliegan conflictos más profundos, personales. En este punto la terapia individual puede ser vía importante y valiosa para empezar a preguntarse:¿qué me pasa a mí con esto que me pasa con mi pareja?
En este sentido, el espacio individual abre la posibilidad de una escucha distinta, alejándose de la voz del juicio y permitiéndonos vernos desde otro lugar. No se trata de buscar herramientas para “mejorar la relación”, sino más bien de explorar los propios patrones vinculares, reconocer repeticiones y darle lugar a lo que quizás nunca fue dicho. A veces, lo que hoy me incomoda en mi vínculo de pareja puede tener relación con vínculos pasados, modelos aprendidos en la infancia, ideales amorosos, experiencias de abandono o fantasmas que vuelven y dificultan el encuentro con el otrx.
En definitiva, es una oportunidad para comprender cómo y por qué nos vinculamos de determinadas maneras, y qué de eso dice más de nuestra historia individual que de la relación actual. Por eso, el foco no está puesto en la otra persona, sino en cómo yo habito ese vínculo. Abriendo así la posibilidad de un encuentro más profundo conmigo mismx, con mi historia y con las marcas que, a veces sin saberlo, llevo a vínculo de pareja.
¿ Y qué pasa cuando el conflicto nos involucra a ambos?
Hay otras veces en que el dolor no habita exclusivamente en unx ni en el otrx, sino que se aloja en el "nosotrxs", en ese espacio compartido donde algo de la conexión empieza a fallar. No es que unx de lxs dos esté mal o bien, sino que algo en la dinámica entre ambxs comienza a desgastarse, a trabarse, a doler. Es allí donde la terapia de pareja cobra verdadero sentido.
En este espacio, el paciente es la relación: eso que construimos entre dos, con su lógica, sus tiempos, sus maneras de querer y herir. La escucha no se centra solo en lo que cada miembro dice, sino en cómo se relacionan, cómo se escuchan -o no-, qué repiten, qué evitan, qué necesitan. La terapia de pareja no es una suma de dos procesos individuales, sino un espacio donde se piensa lo vincular en sí mismo, entendiendo al lazo como una construcción subjetivo con una lógica propia. Por lo mismo, se busca entender la forma particular que ha tomado ese lazo y, aunque se pueden tocar aspectos de las historias personales, el foco está puesto en cómo esas trayectorias se entrecruzan y generan ciertas dinámicas de tensión, distancia o conflicto.
En este sentido, el trabajo consiste en revisar cómo se ha sostenido ese lazo, qué sentidos ha adquirido con el tiempo, y si es posible -y deseado- transformarlo.
No es lo mismo, pero pueden dialogar
La terapia de pareja no reemplaza la terapia individual, ni viceversa. Es más, ambos espacios pueden coexistir y enriquecerse mutuamente. Hay personas que inician terapia individual y más adelante deciden iniciar un proceso en pareja. Otras comienzan una terapia de pareja y descubren la necesidad de elaborar también por fuera del vínculo aspectos individuales.
En definitiva, ambos caminos por medio de diferentes preguntas nos invitan a implicarnos subjetivamente, a tomar responsabilidad por lo que nos duele y a abrirnos a la posibilidad de transformarlo.
Por lo tanto, la pregunta no es solo “¿a qué terapia ir?”, sino ¿qué estoy dispuestx a revisar en mí o en el vínculo?
Por que hay veces en que conflicto parecerá alojarse en unx, otras veces en otrxs o también en lo que produce entre dos historias que se encuentran. Por eso, más que pensar en términos de elección entre una terapia individual o de pareja, se trata más bien de definir qué pregunta quiero abrir.
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